El recorrido, circular, transcurrió por los alrededores del embalse del Quiebrajano y el protagonismo fue para la Piedra del Palo, un monolito rocoso de 120 metros que domina el entorno suponiendo todo un reto para los escaladores por sus comprometidos recorridos cuyas vistas pudieron disfrutar en una de las latitudes más altas del trazado.
Después de dos horas y media de camino, los senderistas tomaron un regrigerio en el vado del río Valdearazo, justo en la chopera que sirve como punto de partida del cañón de Pitillos, donde los chopos, los frenos y los arces mostraban sus mejores colores otoñales. Donde se tomó un refrigerio en la chopera que da comienzo al Cañón de Pitillos Los Chopos, Fresnos, y Arces mostraban sus mejores colores otoñales. Tras reanudar la marcha llegaron al puentecillo que salva el citado río y se prepararon para encarar los 600 metros de desnivel que tiene una de las veredas más emblemáticas de esta sierra. Curva tras curva, remontaron la pendiente y fueron disfrutando de manera paulatina de la belleza de paisajes como los que ofrecen la Vegueta de los Frailes y las aguas del embalse Quiebrajano.